¿Las calas de colores son de interior o exterior?

Te has topado con esas espectaculares calas de colores que capturan todas las miradas, ¿verdad? Y ahora te rondará la pregunta: ¿dónde las planto, dentro o fuera de casa? Bueno, pues aquí te voy a contar un secreto que no es tan secreto. Las calas, con sus elegantes flores y esa paleta de colores que parece sacada de un cuadro, son unas verdaderas camaleonas. Sí, sí, lo has leído bien. Pueden embellecer tu salón o tu terraza, pero hay cosillas que tienes que saber para que estén tan cómodas, que ni se planteen mudarse. Así que, si tienes ganas de convertirte en el mejor anfitrión para estas joyas de la naturaleza, sigue leyendo y descubre cómo hacer feliz a tu cala, sea cual sea su rinconcito preferido.

Ubicación ideal para calas de colores

Las calas de colores, conocidas botánicamente como Zantedeschia, son un festín para la vista y se adaptan tanto a interiores como a exteriores. Si las quieres dentro de casa, busca un sitio donde les llegue mucha luz natural, pero ojo, que no sea directa del sol porque las puede achicharrar. Lo suyo es un ambiente luminoso sin que el sol les pegue de lleno.

Si optas por tenerlas fuera, busca un lugar protegido donde no reciban el solazo del mediodía. Les va de perlas un sitio con semisombra. Y te digo una cosa, si vives en un lugar con inviernos suaves, pueden estar en el jardín todo el año. Ahora, si el termómetro se desploma, mejor que las protejas o las metas dentro porque el frío les sienta fatal.

En cuanto al riego, las calas son unas sedientas. Necesitan suelo húmedo, pero odián el encharcamiento. Así que nada de dejar el plato lleno de agua debajo de la maceta, ¿vale? Y una última cosa, si las pones en maceta, asegúrate de que drene bien para evitar problemas de raíces podridas.

Para que te hagas una idea, la temperatura ideal está entre los 12 y los 25 grados. Si te pasas de esta franja, las plantas pueden sufrir o directamente no florecer. Y las calas sin flores, pues como que no tienen gracia, ¿verdad?

Así que ya sabes, si te decides por las calas de colores, piensa en un lugar acogedor, sin extremos de temperatura, y con la luz justa para que se luzcan como es debido. Y recuerda, siempre puedes moverlas si ves que no están contentas, que a veces ellas mismas te dicen lo que necesitan.

Mantenimiento de calas de colores

Las calas de colores, o Zantedeschia, son unas auténticas joyas en cualquier jardín o rincón de casa. Pero para que luzcan espléndidas, hay que mimarlas un poco. Primero, piensa en la luz. Les encanta la luminosidad, pero ojo, que el sol directo les puede sentar como un chuletón a un vegetariano. Vamos, que no les va nada bien.

El riego es otro cantar. Estas bellezas no son muy amigas de la sed, así que mantenlas hidratadas, pero sin pasarte. La tierra húmeda, no encharcada, es la clave. Si te pasas de generoso con el agua, las raíces se pueden pudrir. Y eso sí que sería una tragedia.

En cuanto a la temperatura, si bien pueden aguantar el fresquete, lo suyo es que no caigan en una hipotermia. Protege tus calas de los fríos intensos, especialmente si decides tenerlas al aire libre.

El abono también entra en juego en la partida de cuidados. Durante la temporada de crecimiento, un abonado regular con un fertilizante equilibrado les vendrá de perlas para tener unas flores que dejen con la boca abierta a tus visitas.

Si ves que la planta se está haciendo grande y te pide a gritos un poco más de espacio, no te cortes en trasplantarla. Una maceta mayor y tierra fresca harán que tu cala se sienta como en un spa.

Recuerda, las calas de colores pueden estar tanto dentro como fuera de casa, pero siempre agradecerán tus cuidados y atenciones para mantenerse radiantes.

Espero que te haya servido la info para saber si tus calas de colores prefieren la casa o se animan a conquistar el jardín. Si tienes más dudas o curiosidades, aquí estaré para echar una mano. ¡Un abrazo y suerte con esas bellezas!