Cómo es la planta de la chirimoya

Te va a flipar conocer la chirimoya, una fruta de sabor dulce que parece que la naturaleza se ha currado especialmente para chuparse los dedos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo es la planta que da este manjar? La chirimoya no es solo una fruta exquisita, es toda una obra maestra botánica.
Imagínate un árbol que puede alcanzar hasta los 7 metros de alto, con unas hojas grandes, brillantes y de un verde que relaja solo de mirarlo. Pero eso no es todo, cuando florece, sus flores son un espectáculo: tres pétalos carnosos, de un color entre verde y amarillo, que si tienes suerte de verlos, no olvidarás fácilmente. Y sí, son tan guays que hasta los polinizadores locales se vuelven locos por ellas.
El cultivo de la chirimoya no es para impacientes, ya que el árbol se toma su tiempo. Pero si te mola el rollo de cuidar plantas y esperar a que la naturaleza haga su magia, te va a molar ver cómo de sus ramas cuelgan las frutas con esa piel verde llena de protuberancias que esconde una pulpa blanca y dulce.
Si te pica la curiosidad y quieres saber más sobre esta sorprendente planta, sigue leyendo, que vamos a meternos en harina y a desvelarte todos los secretos de la chirimoya, desde su origen hasta cómo cuidarla para que te regale las mejores frutas que hayas probado.
Tiempo de fructificación de la chirimoya
La chirimoya, esa fruta tan peculiar, tiene su momento especial para llenarse de frutos. Normalmente, la floración ocurre en primavera o principios de verano, pero fíjate, no todas las flores van a dar frutos. Las condiciones tienen que ser las adecuadas, con una buena polinización manual, porque esta planta es un poco especialita y no se autopoliniza fácilmente.
Una vez que las flores han sido polinizadas, empieza la magia. Los pequeños frutos empezarán a formarse y el proceso de maduración comienza. Hay que esperar aproximadamente entre cinco y siete meses para que esos frutos alcancen su tamaño completo y estén listos para la recolección.
¿Cuándo sabes que están en su punto? Pues la chirimoya se va a poner blandita al tacto y su piel adquiere un tono más oscuro. Es un indicativo de que están maduras y listas para disfrutar. Este periodo suele caer entre finales de otoño y principios de invierno, aunque esto puede variar un poco dependiendo del clima de la zona donde las cultives.
Recuerda, si te lanzas al cultivo de chirimoyas, la paciencia es tu aliada. Tendrás que cuidar el árbol, estar pendiente de la polinización y luego esperar esos meses de desarrollo para poder saborear el fruto de tu trabajo. Pero te digo una cosa, el sabor de una chirimoya madura bien vale la espera.
Ubicación ideal para plantar chirimoya
Si estás pensando en cultivar chirimoyas, asegúrate de que tu terreno cumple con ciertos requisitos. Esta planta es un poco caprichosa con el lugar donde echa raíces. Primero, busca un sitio que esté bien resguardado del viento, ya que las ráfagas fuertes no le sientan nada bien a sus ramas y flores. Además, para que la chirimoya crezca feliz, necesita un suelo fértil, ligeramente ácido o neutro.
La chirimoya es una amante del calor pero también tiene su límite. Así que nada de exponerla a temperaturas extremas. Le va de maravilla un clima suave, donde los inviernos no sean muy crudos y los veranos no pasen de calurosos. Hablamos de temperaturas que oscilen entre los 10 y 28 grados centígrados.
El sol directo no es su mejor amigo, así que mejor que la coloques en un lugar donde reciba luz indirecta o al menos sombra parcial durante las horas más intensas del día. De esta forma, evitarás que la fruta se queme y la planta sufra estrés por el exceso de luz y calor.
Respecto al riego, la chirimoya es como la mayoría de nosotros, ni mucho ni poco, busca el equilibrio. Un suelo que drene bien es esencial, ya que el encharcamiento puede ser fatal para sus raíces. Asegura un riego regular sin pasarte, manteniendo la tierra húmeda pero no anegada.
Por último, ten en cuenta la protección frente a heladas. Si en tu zona el mercurio tiende a bajar de cero en invierno, mejor opta por cultivarla en maceta y así podrás moverla a un lugar protegido cuando haga falta.
Recuerda, elige un sitio abrigado, con temperaturas suaves, sin sol directo y con buen drenaje. Cuida estos detalles y tendrás una chirimoya que crecerá sana y te recompensará con su deliciosa fruta.
Características del árbol de chirimoya
La chirimoya, que se conoce científicamente como Annona cherimola, es un árbol de porte medio, llega a alcanzar entre 3 y 8 metros de altura. No es un gigante, pero sí necesita su espacio. Sus hojas son simples, de un verde intenso y tienen un tacto suave, aterciopelado, que las hace bastante peculiares.
Si te fijas en las flores, te darás cuenta de que son solitarias, bastante llamativas y tienen un aspecto carnoso. De color verde amarillento, están compuestas por tres pétalos externos y tres internos, y tienen un olor suave pero característico.
Lo que más llama la atención de la chirimoya son sus frutos. Son grandes, pueden pesar hasta 2 kilos, y tienen forma de corazón o son irregularmente redondeados. La piel es verde y bacheada, mientras que por dentro, la pulpa es blanca, cremosa y está llena de semillas negras. ¡Y qué sabor tan delicioso tienen!
Este árbol prefiere los climas suaves; no le va nada bien el frío intenso ni las heladas. Por eso, si vives en una zona con inviernos duros, mejor que plantes la chirimoya en un sitio resguardado o uses protección en los meses más fríos. Además, le gustan los suelos bien drenados y un buen riego, pero ojo, que no tolera el encharcamiento.
A la hora de cuidar tu chirimoya, ten en cuenta que va a necesitar podas de formación en sus primeros años. Esto ayudará a que el aire circule entre sus ramas y a que la luz llegue a todos los rincones. Más adelante, la poda será más que nada para quitar ramas viejas o enfermas y para mantener la forma del árbol.
Y una cosa más, si tienes en mente obtener frutos, debes saber que la chirimoya requiere polinización manual para tener una buena producción. Las flores son hermafroditas, pero el polen no es muy amigo de moverse por sí solo, así que tendrás que hacer de celestino con un pincelito para conseguir que la magia ocurra.
En cuanto a plagas y enfermedades, no te confíes, la chirimoya tiene sus enemigos. Vigila la aparición de cochinillas, mosca de la fruta y hongos como la antracnosis, que pueden amargarle la vida a tu árbol.
Ya ves, la chirimoya es un árbol con sus manías, pero si le das los mimos que necesita, te recompensará con frutos deliciosos y un rincón verde y fresco en tu jardín o huerto.
Espero que hayáis disfrutado descubriendo los secretos de la chirimoya tanto como yo compartiéndolos. Recordad que cuidar estas plantas puede ser un viaje increíble. Si os animáis a cultivar una, ya sabéis lo que necesitáis. ¡A darle mimos al jardín! Gracias por leer y, bueno, ¡nos leemos por ahí!

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